Cuenta la leyenda, que un administrador encontró una nota que decía que en el almacén se encontraba un arpa misteriosa, que con escucharla dejaría extasiado a todo aquel que esté a su alrededor. Ante gran curiosidad, el administrador subió al enorme desván y en una esquina encontró un arpa con mucho polvo.
Emocionado, al día siguiente, se acercó al rey y le comentó la gran hazaña. Pero el rey no le creyó, pero tanto fue el entusiasmo que plasmo al relato de la nota que el rey le dio una oportunidad para demostrar que decía la verdad y le pidió que organice un concierto.
El administrador, buscó al mejor músico de la ciudad y convocó a un concierto a las personas mas idóneas para escuchar la música. Pero muy grande fue la decepción al ver que la gente no se sentía embelesada por la música salida del arpa. Intentó, realizando tres veces lo mismo, pero no lograba atraer al publico.
Un día, hablando con un vecino de la comarca, volvió a preguntar si conocía a alguien capaz de tocar el arpa. El vecino le dijo que, en la montaña, había un ermitaño que podría ser su hombre. Nuestro administrador, incansable, le comunicó al rey lo que había averiguado y éste, resistiéndose mucho, le autorizó a organizar otro concierto.
El ermitaño bajó, ya que era una orden real, pero sin ningún lujo ni buena ropa, al momento de tocar el arpa, toda la gente se quedó extasiada, y al terminar el concierto, el administrador le preguntó, como había hecho eso, a lo que el ermitaño contestó:
"¡Dejad que vuestro corazón suene!"
"¡Dejad que vuestro corazón suene!"