Cuenta la leyenda que Akitá (Terrón) y Mondorí (similar a una abeja) se casaron y formaron un hogar muy bonito, pero la tragedia llegó a la familia y la madre de Akitá falleció, su padre quedó viudo y como tenía ningún lugar a donde ir, se fue a vivir con Akitá y Mondorí, quienes muy amables lo recibieron, Producto del amor entre Akitá y Mondorí, nació "Sagua-á", era un pequeño muy inquieto y travieso, y la tarea del abuelo, era cuidarlo mientras sus padres trabajaban.
Sagua-a y su abuelo se convirtieron en grandes amigos, iban a pescar, jugaban en los bosques, se hacían bromas, el abuelo hacía todo lo posible para que su nieto esté feliz. Pero los años pasaban y el abuelo perdía fuerzas para jugar y dificultad para caminar al ritmo de su nieto, siempre trataba de aparentar, pero hasta que un día Akitá se dio cuenta y ya no le permitió salir con su nieto. Akitá, muy preocupada por su padre, le pidió a su hijo que lo cuidase mientras ella vaya a trabajar, así como el abuelo lo cuidó en sus buenos tiempos, Sagua-a aceptó a regañadientes.
Como el abuelo no podía ver a su nieto renegar por su culpa, le dijo que vaya a jugar con sus amigos y que no se preocupara por él, Sagua-a, se fue muy feliz. Pero le pidió, que vuelva temprano para que no se den cuenta sus padres. Todos los días Sagua-a se iba a jugar, pero un día, se demoró mucho y Akitá llegó antes a su hogar, y emitió un grito al cielo, viendo a su padre muy debil y sin probar alimento alguno, pues había perdido todas las fuerzas.
Al llegar Sagua-a, Akitá lo reprendió duramente, enrostrándole su mal proceder, su falta de piedad y de agradecimiento hacia el pobre abuelo que tanto le quería y que no había hecho otra cosa que complacerlo siempre. Al día siguiente, los padres se fueron a trabajar, pero le pidieron a Sagua-á que se quedara en casa con el abuelo, a lo que Sagua-a acepto muy enojado, se dedicó a hacer sus cosas y no le importó el estado del abuelo.
Al llegar Sagua-a, Akitá lo reprendió duramente, enrostrándole su mal proceder, su falta de piedad y de agradecimiento hacia el pobre abuelo que tanto le quería y que no había hecho otra cosa que complacerlo siempre. Al día siguiente, los padres se fueron a trabajar, pero le pidieron a Sagua-á que se quedara en casa con el abuelo, a lo que Sagua-a acepto muy enojado, se dedicó a hacer sus cosas y no le importó el estado del abuelo.
Cuando ya había atardecido, escuchó una voz débil diciéndole:
"¡Sagua-á...! ¡Sa... gua...á...! , ¡Ven... por... favor...!"
"¿Qué quieres?"
"¡Alcánzame un poco de agua...! Tengo sed... Mi vida se apaga...como un pito güé... Alcánzame un poco de agua..."
Pero Sagua-a, nunca le hizo caso, y sólo se reía repitiendo sin cesar:
"Pito güé... Pito güé... "
"¡Sagua-á...! ¡Sa... gua...á...! , ¡Ven... por... favor...!"
"¿Qué quieres?"
"¡Alcánzame un poco de agua...! Tengo sed... Mi vida se apaga...como un pito güé... Alcánzame un poco de agua..."
Pero Sagua-a, nunca le hizo caso, y sólo se reía repitiendo sin cesar:
"Pito güé... Pito güé... "
Pasaron dos horas desde el pedido del anciano, hasta que se escuchó un largo suspiro y el anciano falleció. Mientras Sagua-a seguía repitiendo:
"Pito güé... Pito güé..."
Su cuerpo se iba achicando y se cubría de plumas de color pardo y se transformó en ave, que hoy se conoce como Benteveo, como castigo de Tupa por ser malo y egoista.
"Pito güé... Pito güé..."
Su cuerpo se iba achicando y se cubría de plumas de color pardo y se transformó en ave, que hoy se conoce como Benteveo, como castigo de Tupa por ser malo y egoista.