Cuenta la leyenda que, Corazón del Cielo ordenó que las aguas que cubrían la superficie de la tierra se retiraran para formar los mares, los lagos y los ríos.
Al retirarse las aguas aparecieron los valles y las montañas, y la tierra se fue cubriendo de hermosos bosques y de selvas de gigantes árboles amarrados con bejucos.
Mas todo estaba quieto y silencioso, como muerto. Corazón del Cielo, entonces, ordenó que los peces poblaran las aguas y fuesen los guardianes de mares, lagos y ríos.
"Y tú ¡Oh, bestia salvaje!" - Dijo Corazón del Cielo con su voz de trueno y relámpago - "Habitarás los barrancos, beberás en las pozas de los ríos y dormirás en las cuevas y en los matorrales."
Luego, Corazón del Cielo ordenó que las serpientes fuesen guardianas de los bejucos, que los pájaros construyeran sus nidos en los árboles y fuesen los guardianes de los bosques.
Como lo ordenó Corazón del Cielo, así se hizo. Y así terminó el gran silencio de la Naturaleza que, desde entonces, ríe con el agua clara de los arroyos brincando entre las piedras; canta con la dulzura de los pájaros y llora cuando el viento corre por los bosques y los cañaverales.