Cuenta la leyenda que hace mucho, hubo una gran sequía donde muchas plantas desaparecieron, incluso hasta los hongos y musgos se secaron. La tierra se agrietó por el calor y donde estaban los arboles, solo ramas secas quedaron.
Un día, la flor de Qantu sintió marchitarse sus pétalos. Uno de sus capullos que aun quedaba intacto, transformó sus pétalos en alas y agitándose con fuerza, se liberó convertido en un Colibrí dejando su planta seca por el sol.
El Colibrí, se dirigió a la cordillera donde llegó a la laguna de Wacracocha. Sin detenerse, sobrevoló aquellas aguas y siguió su vuelo hacia la cumbre del Waitapallana. Una vez ahí, muy exhausto y en su último aliento, suplicó y pidió piedad al padre Waitapallana que los salven de la tortuosa sequía. Tras esto, el Colibrí falleció.
Waitapallana muy conmovido del noble acto del Colibrí, rompió en llanto y de sus dos lagrimas que cayeron, resbalaron hacia la superficie de Wacracocha. Estas aguas, se abrieron por el gran estruendo que despertaron al Amaru que dormía en lo profundo del lago.
El Amaru |
Cuando salió, el Amaru se elevó por el aire opacando al sol de ojos flameantes. Muchos guerreros se prepararon para combatir al Amaru que de pronto, se armó una feroz lucha. Del hocico del Amaru surgió la niebla que deambula por los cerros, del movimiento de sus alas cayó lluvias torrenciales, de su cola de pez, se desprendió granizo y de los reflejos dorados de sus bellas escamas, nació un arco iris.
Tras todo esto, volvió a renacer la vida en la tierra que parecía extinguida. La tierra nuevamente se cubrió de verde, los puquiales y ríos nuevamente se llenaron de agua recobrando así la vida en esta.