Cuenta la leyenda, que había un padre quien salía todas las noches a beber un poco de aguardiente, pero para salir sin que nadie se de cuenta, él escapaba por una ventana que estaba en lo alto de una iglesia, y para esto, tenía que subir en un brazo de la estatua de Cristo.
Una noche, cuando el padre intentaba escapar para hacer su cotidiana escapada, subió al brazo de la estatua de Cristo, pero de repente, oyó una voz que provenía de la imagen del Cristo volteo que le dijo:
"¿Hasta cuando padre Almeida?"
"¿Hasta cuando padre Almeida?"
El padre sin mucha demora, contestó de manera jocosa:
"Hasta que vuelva."
Y sin dudar más o darse cuenta de lo sucedido, se marcho tranquilamente.
"Hasta que vuelva."
Y sin dudar más o darse cuenta de lo sucedido, se marcho tranquilamente.
Tras varias horas de haberse emborrachado a su total antojo, el Padre salió de la cantina tambaleándose mientras caminaba. De pronto y sin darse cuenta, chocó con unos hombres altos vestidos de negro quienes llevaban un ataúd, y que gracias al impacto, dejaron caer su carga.
Cuando el Padre almeida vio el ataúd en el piso, reaccionó de inmediato y no podía creer lo que estaba viendo con sus propios ojos. La persona que estaba dentro del Ataúd era él mismo.
Muy asustado y sabiendo que era una señal divina, el Padre Almeida hizo la promesa de jamás volver a tomar de nuevo y seguir el camino de rectitud que se había prometido antes. Desde ese momento, se dice que la cara de la estatua del Cristo se ve más sonriente.
Muy asustado y sabiendo que era una señal divina, el Padre Almeida hizo la promesa de jamás volver a tomar de nuevo y seguir el camino de rectitud que se había prometido antes. Desde ese momento, se dice que la cara de la estatua del Cristo se ve más sonriente.