Cuenta la leyenda, que Víctor Emilio Estrada (ex presidente del Ecuador en 1911) era un hombre muy rico y de muy buenos conocimientos. Las personas de esa época decían que el caballero había hecho un pacto con el diablo, y que cuando muriera él mismo vendría a su tumba a llevárselo.
Víctor Emilio Estrada construyó una tumba de cobre para que el demonio no se lleve su alma. Al morir, fue enterrado en su tumba de cobre, una de las más grandes del cementerio de Guayaquil.
El demonio quiso llevarse su alma al infierno como habían pactado, pero en vista de que no pudo, éste lo maldijo y dejó varios demonios fuera de su tumba para que no le dejaran descansar en paz.
Desde ese día Víctor Emilio Estrada no descansa en paz y todas las noches sale a las 23 horas con su sombrero de copa y su traje de gala, a conversar con las personas que se detienen a coger el bus en la parada.
Desde ese día Víctor Emilio Estrada no descansa en paz y todas las noches sale a las 23 horas con su sombrero de copa y su traje de gala, a conversar con las personas que se detienen a coger el bus en la parada.