Hace mucho, en una noche de principios del Siglo XVII, el Sacerdote de una antigua Iglesia de Guadalupe, vio entrar a un hombre de elegante vestimenta que le pidió ser confesado. El Sacerdote aceptó y pidió a unos familiares que lo esperen.
Tras un rato, el Sacerdote salió pálido y cerró las puertas. Cuando sus familiares lo vieron de esa manera, se extrañaron por su aspecto, luego, le preguntaron que sucedía y porqué cierra la iglesia si el elegante hombre no había salido aún. El Sacerdote se negó en hablar y dijo que tenían que irse de inmediato.
Cuando estuvieron en casa, un sobrino del Sacerdote le preguntó que había sucedido. El Sacerdote llevó su mano hacia su oído como si no pudiera escuchar correctamente.
La confesión de un Muerto |
El Sobrino nuevamente hizo la pregunta y esta vez, el Sacerdote dijo que aquel hombre que había entrado a la Iglesia, había fallecido unas horas antes, pero había regresado desde el mundo de los muertos para confesarse y tras escuchar su conversación, tenia dificultades para escuchar por su oído derecho.
Mucho tiempo después, el Sacerdote no contó nada sobre la confesión del "Muerto". Aún hoy en día, es un misterio.