Cuenta la leyenda, que durante el quinto Sol, bajo la adoración de Queatzalcóalt, los dioses se reunieron y decidieron establecer una nueva especie humana que poblara la tierra. Queatzalcóalt se dirigió a Mictlantecuhtli y le dijo que venía en busca de los huesos que estaban bajo su custodia. Este, le dijo que para darselos, tenía que superar una prueba.
Tenía que hacer sonar el caracol que le ofrecía y darle cuatro vueltas alrededor del círculo interior. Pero el caracol no tenía agujero alguno por donde Queatzalcóalt pudiera entrar a darle vueltas. Entonces, llamó a los gusanos para que hicieran los huecos y a las abejas para que entraran e hicieran sonar el caracol y así conseguir cumplir el reto.
Al oír que se cumplió el reto, Mictlantecuhtli no le quedó más remedio que entregarle los huesos. Pero luego se arrepintió, por que era su tesoro sagrado. Y planeó quitarselos a Queatzalcóalt. Mictlantecuhtli, ordenó a sus esclavos que se adelantaran en el camino de vuelta y cavaran un hoyo enorme. Cuando Queatzalcóalt bajaba presuroso, cayó en el agujero y murió, todos los huesos se esparcieron por toda la superficie.
Leyenda del Quinto Sol |
Pero Queatzalcóalt resucitó y recogió de nuevo los restos. Fuera le esperaba la doncella Quilaztli, quien molió los huesos y los colocó en una vasija de belleza singular, mientras Queatzalcóalt descansaba de su misión.
Entonces se reunieron los dioses y Queatzalcóalt vertió su sangre sobre el polvo de los huesos. Todos hicieron penitencia y, por fin, decretaron el nacimiento de los humanos.